Muchas veces veremos y leeremos
que los Derechos Humanos tienen puntos de inflexión muy claros a lo largo de la
historia. La Revolución Francesa, es uno de estos grandes ejemplos. Todos y
todas sabemos las causas; la miseria, el hambre, el desempleo... todo ello frente a la
pomposidad en extremo de sus gobernantes y monarcas. Hambre e Injusticia,
los dos grandes promotores de la rabia, el odio, la ira… la revolución fue un
plato servido a la carta.
No obstante, fruto de esa revolución
surge una Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano. Mucho es de
criticar a esta declaración, desde la exclusión de las mujeres de tal documento
(en este sentido, valga todo mi reconocimiento a la olvidada figura de Olympe
de Gouges) así como de cualquier persona que no fuera varón, blanco,
propietario, francés.
Otro de los grandes hitos que
apresuraron un tipo de protección, esta vez internacional, de los derechos
humanos fue la II Guerra Mundial. No olvidemos que la Declaración Universal de
Derechos Humanos se firmó en 1948, tras dos guerras mundiales, donde la destrucción, masacre, genocidio, muerte
y dolor fueron las protagonistas. Ante una situación de tal desgarramiento había
que hacer algo, era imperativo impedir la repetición de estos hechos. La Declaración,
si bien no se constituyó en documento obligatorio, marcó un antes y un después en
la historia de los derechos humanos (pues además fue la primera vez que se
hablaba de “derechos humanos” en una declaración, algo que debemos agradecer a Eleanor Roosevelt –única mujer entre la comisión
de redacción-, pues de otro modo, hubiese seguido la misma nomenclatura masculina
francesa).
La cuestión a la que me deriva toda
esta larguísima introducción es que a través de la historia se han tenido que
suceder gravísimas situaciones, tales como la muerte, destrucción, masacres, crímenes de lesa humanidad para que esa misma humanidad decidiese hacer
algo al respecto. Hay elementos en común, puntos de encuentro respecto a estas
atrocidades: todas ellas han sido visibles a gran escala; los medios de comunicación
y las artes han hecho y hacen cientos de referencias directas e indirectas;
todas ellas se producen entre los actuales “países desarrollados”; éstos mismos han
desarrollado mecanismos para que nadie olvide; las masacres, la violencia, si
bien se ensañó con algunos grupos, tenía un carácter generalizado y estructural;
pero lo más importante era que se afectó el bien más preciado, aquello por lo
que todos y todas luchamos, la vida.
Desde aquella fecha en adelante comenzó
a instaurarse un modelo capitalista o comunista en practicamente la gran mayoria de paises a nivel mundial. La relación entre unos hechos y otros realmente me desconcierta. La línea
temporal que empieza en guerra y termina en modelo capitalista o comunista es
una línea muy habitual, sobre todo en los proveedores de armas y dueños de consultorías
de reconstrucción de paz, que paradójicamente suelen ser paisanos cuando no
familia.
Pero sin querer desviarme del
tema (algo muy habitual en mí), digamos
que el modelo capitalista desde sus inicios, ha traído ¿Cuántas? ¿10 crisis económicas
entre las regionales y las mundiales?. Habiendo estudiado economía esto debería
saberlo al dedillo y mi argumento de defensa estrella de haber tenido una educación
económica puramente neoliberal, no me
salva de mi despiste esta vez.
En cualquier caso, lo que trato
de reflejar es un modelo cíclico, de esos que pase lo que pase, siempre llegara
algún momento en que estarás mal. Bueno, estarás mal tú o yo, ciudadana o
ciudadano de clase media, baja (o como quieras ubicarte), la cosa es que entres
en el margen de los que cuidan intensivamente los gastos a fin de mes. Porque
los y las orquestantes del ciclo, así como aquellos que acaban jugando con él a
modo de hulahop, seguirán viviendo como si nada pasara, como una Maria
Antonietta en su palacio.
Y ahora bien, sin querer hacer
una comparación entre la II Guerra Mundial y la situación de crisis por la que
estamos pasando ahora (por ejemplo, en España), si hay elementos que podemos
resaltar.
Veamos, hemos dicho que todas
ellas eran visibles a gran escala. Tal vez en estos tiempos ya sea más y más
visible lo que está pasando porque cada vez es una cuestión más generalizada. No
obstante, dependemos de los medios de comunicación en muchos casos para esta
visibilizacion… en ese sentido, las redes sociales nos han echado una gran mano…
no se puede decir lo mismo de determinados canales de televisión. Las artes han
hecho referencia y han apoyado otra clase de sistema, por supuesto, si bien los
fondos son tan limitados como el trabajo y en la gran mayoría de los casos la migración
forzada (porque así es como debe llamarse y no de otra manera) en este sector es la que prima.
La crisis mundial no solo afecta
a los países desarrollados sino que precisamente es costumbre del “Norte”
lidiar con las crisis a través de distintas estrategias de recuperación en base
al “Sur”: Como ya dije, establecimiento de guerras y toda la logística que
implica, reconstrucción postconflicto en el “Sur” a través de empresas del “Norte”,
dolarización de países, extracción de recursos naturales del Sur para su
traslado al Norte, Transnacionales que explotan a seres humanos, Acuerdos de
Libre Comercio que entrañan condiciones detestables… tantas y tantas practicas
desdeñables que nos enseñan, no nos equivoquemos, desde la Facultad.
Muy bien, ya tenemos que se trata
de un fenómeno visible a escala general, con mayor y mayor generalización, que
afecta a todos los países, con independencia de su geografía. ¿Por qué este círculo vicioso no deja de
producirse? ¿Por qué no existen mecanismos de no repetición? ¿Por qué tenemos
que esperar a que situaciones tan extremas sucedan para garantizar que algo no
se repita?
Varios son los motivos, al menos
desde mi punto de vista:
En primer lugar, no tenemos
mecanismos de recuperación de memoria en las crisis. En general nuestra memoria
política y más aún económica es mala, muy mala. ¿Por qué? ¿Es que acaso se
trata de algún tipo de secuela psicológica donde queremos olvidar las penurias
del pasado y simplemente seguir adelante? ¿O es que se trata de una cuestión de
negación de la realidad, donde nunca creemos que estamos tan mal como, en
realidad, estamos?
MI pregunta acá es, ¿Cómo es que
han pasado tantas crisis económicas y financieras, donde mucha gente ha pasado
calamidades, verdaderos dramas humanos, y no hay institución alguna que se
encargue de recordarnos que nosotros somos los que debemos controlar al
gobierno en su arbitrario ejercicio de poder económico? ¿Por qué no existe institución
que nos recuerde a través de una gran contraloría que nosotros y nosotras somos
los que debemos impedir el uso y el abuso?
Nosotros y nosotras debemos participar en la
comunidad. Más que un deber de ideología comunitaria o republicana, es una
necesidad de supervivencia. Nos lo han dejado claro, muy claro. No podemos fiarnos de un Estado
o un sistema así. Y no es una cuestión que deba acarrear odio o animadversión por
parte de nadie, debería simplemente ser un mecanismo de control ciudadano tan
inserto en nosotros y nosotras que su inexistencia nos resultase antinatural.
El segundo punto es el que creo más
importante y cuya diferencia marca todo.
En las Guerras Mundiales lo que
perdimos fueron cientos de miles de vidas. Innegable, atroz. Hoy en día, al
menos producto de las crisis económicas financieras, estamos atendiendo, al
menos en España, a una pérdida de vida “por goteo”.
En el primer caso estamos ante
una pérdida de vida (directa, irretroactiva), en el segundo, la vida se va
configurando como una amarga agonía que se acrecienta día a día. Levantarse y
no tener trabajo, tener familia a la que sacar adelante, hijos e hijas con una educación
limitada o al menos, en riesgo, miedo y angustia de no enfermarse (por si hubiese
que pagar), abuelos y abuelas en casa (no queda otra opción), familiares
dependientes más dependientes que nunca, hipotecas sofocantes basadas en
engaños y fraudes… Los salarios no suben, bajan… los alimentos no bajan, suben… Tal vez el aguantar y aguantar dia tras dia responda a la esperanza de que las cosas cambiarán... es cierto, pueden cambiar... y pueden volver a cambiar...
Particularmente, en España, hemos
visto trágicos suicidios ante las deudas, ante las hipotecas, ante la
impotencia de no poder hacer frente económicamente. El gobierno pareció
reaccionar en un primer momento al aprobar la ILP presentada por la Plataforma Antidesahucios.
Lamentablemente, las muertes parecen ya muy lejanas tanto así como su intención
de ayudar a los que más lo necesitan.
Y así, en el Palacio de Versailles, donde anidan
partidos e ibex35, nada ocurre, nada pasa…. La vida es un juego, un circo de
marionetas donde la extrema abundancia y la risa ante el peuble es la tónica general. Si algo
llegara a suceder, tres opciones: inculpar al antecesor, inyeccion de esperanza populista y explotacion a los mas vulnerables en el
extranjero….
¿Cuál es la diferencia entre el
s. XVIII y lo que pasa hoy en día? ¿Por qué no se crean los mecanismos para una
NO REPETICION como ocurrió tras la II Guerra Mundial? ¿Por qué no valoramos
nuestra vida estando “con vida”? ¿Por qué no se levanta la masa en bloque, cual
revolución?
Alguien podría decir que hemos
aprendido de los errores y ahora queremos buscar métodos democráticos y pacíficos.
Lo entiendo, lo comparto. Ahora bien, Nosotros y nosotras hemos aprendido de
nuestros errores, pero ¿lo han hecho ellos?